Cuando éramos una raza joven, la selección natural hacia que los individuos mas aptos tuviesen mayores posibilidades de tener descendencia, transmitiendo sus genes a una mayor cantidad de hijos. Aquellos que por algún motivo resultaban “poco apropiados” para desenvolverse por si mismos, eran “castigados” por la naturaleza con una descendencia pobre o nula, lo que hacia que esa carga genética se perdiese. Sin embargo, en una sociedad civilizada la evolución dista mucho de ser “natural”. Ya no importa demasiado si no eres capaz de correr tan rápido como para cazar tu presa, o si tu visión nocturna es lo suficientemente aguda como para darle el equinazo a ese león que te quiere como cena.

Tomemos por ejemplo el caso de los amputados que están recibiendo ayuda de las más modernas prótesis robóticas. En muchos casos, pueden caminar o utilizar sus manos artificiales tan bien como un miembro “normal”. De hecho, hay amputados que han estado a punto de participar en los juegos olímpicos, algo que muy pocos mortales consiguen. Y esto ocurre en un momento en el que el desarrollo de este tipo de tecnologías prácticamente está en pañales. ¿Qué podría hacer un miembro artificial dentro de, por ejemplo, doscientos años? Si los exoesqueletos, que hoy son una especie de “rareza” y solo disponibles en forma de prototipos o modelos que realmente aportan poco a quien los usa, se siguen desarrollando (y ten por seguro que lo harán), cualquiera podrá ser un verdadero Sansón. De hecho, puede que en un siglo o dos se considere “discapacitado” a quien no use uno. Serán tan comunes que los utilizaremos desde niños, y tal como ocurre con muchos insectos, los cambiaremos periódicamente por modelos más grandes.

Hemos sido capaces de crear clones de muchísimos seres vivos. Incluso se han creado seres que son la cruza de dos organismos absolutamente incompatibles entre si, a veces “mezclando” animales con vegentales, como en el caso de las plantas de tabaco que brillas de noche como una luciérnaga. También podemos tratar mediante ingeniería genética enfermedades que hace solo diez años eran una sentencia de muerte para quien las padecía. De hecho, ya existen niños que nacen con una muy baja predisposición a contraer diferentes tipos de cáncer, gracias a la manipulación de sus genes. ¡Y recién estamos empezando!

Por supuesto, no ocurrirá mañana. Las técnicas necesarias para efectuar cambios radicales en nuestros cuerpos necesitarán de unas cuantas décadas de experimentos para poder ser llevados a cabo con seguridad. Y también deberemos aprender a dominar el miedo (a veces bien fundamentado) que nos producen estas cosas. Muchos sectores conservadores, como la Iglesia, seguramente se opondrán al cambio. De hecho, es algo que vienen haciendo desde hace miles de años con cada tecnología nueva, tiene su lógica: es muy humano temer a lo desconocido. Pero tarde o temprano llegará un momento en que las técnicas de ingeniería genética, por avanzadas que sean, se conocerán al dedillo, como pasa hoy con las maquinas de vapor o la electricidad. Nadie temerá lo que pueda ocurrir si decir que sus hijos puedan nacer con un sexo determinado o con ocho dedos en cada mano.

Es muy pronto para saber a donde nos puede llevar el Homo Evolutis, o como será. Pero hay algo que es indudable: si no nos machacamos en alguna guerra estúpida, antes o temprano reemplazará al Homo Sapiens. Y está bien que lo haga. Al fin y al cabo, nada dura para siempre.
Fuente: http://www.neoteo.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario